
Sus protagonistas se llaman a veces Betty, otras Ronette o Sally, y no podrían ser más distintas la una de la otra, pero ahí están, hablando de sí mismas y de su relación con los hombres como si fueran un cuerpo solo, que desfila por los primeros sinsabores de la adolescencia y luego camina vacilando por los años del matrimonio, de la maternidad y del divorcio, para descansar finalmente en la mirada irónica de esas espléndidas señoras de cabello blanco, que saben muy bien qué han perdido, aunque ya poco les importe porque… un día es un día, y lo que antes nos pareció capricho o locura, ahora, después de tantos años, solo merece una sonrisa piadosa.
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